De origen gallego, nace en Sarria (Lugo) en 1576 y fallece en Valladolid el 22 de enero de 1636.
Tuvo un gran taller con varios aprendices y colaboradores.
Su realismo se aprecia en la honda expresión de los rostros, en destacar la forma de destacar las partes más significativas y en los elementos que añade (postizos) para aumentar la sensación de realismo y autenticidad.
Utiliza en ocasiones ojos de cristal, uñas y dientas de marfil, coágulos de sangre simulados con corcho o gotas de sudor y lágrimas de resina.
Se muestra muy refinado en el estudio anatómico, en la sencillez de sus composiciones y en la contención de los gestos.
Es muy característico en su obra el tratamiento de los pliegues en sus vestiduras, los cuales suelen ser rígidos y puntiagudos.
Tanto su retablos, Piedades, Yacentes y Crucificados son muy conocidos y admirados.
La Cofradía no cuenta en la actualidad con ninguna talla realizada por Gregorio Fernández. ¿Cuál es entonces el motivo de resaltar su semblanza aquí?.
La Cofradía era la encargada de «procesionar» la última Piedad que realizó (cinco en total) el genial escultor, en cuanto a su cronología se refiere. Dado el valor de la obra, se decide por parte del Cabildo de Diputados y la Parroquia de Santa María (propietaria de la obra), realizar una réplica de la misma para ser portada a hombros, sin temor al deterioro de la original.