Nace en Nava del Rey (Valladolid) el 15 de noviembre de 1708 y muere en Madrid en 1767. Atraído por la ocasión de poder dedicarse al oficio de escultor, para el que manifestaba dotes extraordinarias, abandonó su pueblo natal cuando aún era un muchacho y marchó a Madrid, donde se formó en el taller de Juan Alonso Villabrille y Ron (1663-1728). A la muerte de éste, tomó la dirección del taller y supo rodearlo de tal prestigio que Fernando VI lo unió en 1752, con el que Olivieri fundara ocho años antes.
Son años en los que la escultura, comienza a mostrar preferencias por temas amables y familiares como los relacionados con la infancia de Jesús y de la Virgen, sin abandonar las dramáticas representaciones que habían sido características del Siglo XVII, martirio, ascetismo o penitencia. Luís Salvador Carmona, se muestra más al lado del movimiento neoclásico y está considerado como todo un virtuoso de la talla, donde logra introducir dulzura, serenidad y refinamiento. Según los especialistas, Carmona compagina su faceta tradicional, que bebe de las fuentes del no menos genial Gregorio Fernández, con un contenido rococó, dejando sus rasgos neoclásicos para la última faceta de su vida. Aunque trabajó en el Palacio Real, su producción se centra en la imaginería religiosa, destacando en especial las expresiones de los rostros y manos, el dinamismo de sus figuras o las vestimentas agitadas.
Para la Cofradía realiza la Imagen de «Nuestro Padre Jesús Nazareno».