El día de Viernes Santo, viene marcado en la tradición cristiana, como el día de la Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
Sería muy banal el hecho de tratar establecer una fecha concreta para la muerte de Jesucristo, con incluso su día exacto, aunque si vemos lo que nos dicen los Evangelios y teniendo en cuenta los estudios de todas las ramas del saber que han acometido dicha tarea, la fecha resulte un tanto cercana o quizás muy próxima.
En el Evangelio de San Mateo, se cita el suceso de la siguiente forma:
“…el velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló y se abrieron los sepulcros…”
Cotejando datos, se ha llegado a comprobar como ese día en que ocurrieron los hechos en el año 33, en Israel se produjo un terremoto, es decir, la tierra tembló, además de comprobar como los gobernantes eran Poncio Pilatos procurador de Judea entre los años 26 al 36 y Tiberio emperador romano desde el 14 al 37.
Es cierto que anteriormente, en el año 31, hubo otro terremoto en la zona. Pero si continuamos viendo cómo en otros pasajes bíblicos se nos dice:
“… desde la hora sexta, hasta la hora nona, la tierra se oscureció…”
Este horario coincide con el nuestro, entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde aproximadamente.
Apelando a sedimentos y estratos geológicos, bajo el mandato de Poncio Pilatos solamente en el del año 33 coinciden ambos fenómenos, el terremoto y una fuerte tormenta de arena, que quizás fuera la causante de ese “oscurecimiento” de la tierra, por lo que podríamos tener una segunda prueba.
Si trasladamos el calendario romano al gregoriano (establecido en la práctica totalidad del mundo desde 1532), teniendo en cuanta lo que nos narran los Evangelistas y cruzando los estudios científicos de toda índole, se podría establecer el 3 de abril del año 33 de nuestra era, como la fecha en la que según los científicos coinciden todos los fenómenos narrados.
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